Durante la época de las Cruzadas, los templarios participaron muy activamente en la defensa de Palestina, donde poseían numerosas fortalezas. Al mismo tiempo actuaron como banqueros de los peregrinos, por lo que obtuvieron grandes riquezas. Al ser expulsados los cristianos de Palestina, los templarios se retiraron a Chipre.
Estos importantes personajes (por que no hay que olvidar que están a la cabeza del ejército más poderoso, más organizado y más rico del mundo conocido, de hecho se decía que prácticamente detentaban el grado de príncipes) tuvieron diferentes destinos. Unos pasaron rápidos como cometas y otros ostentaron durante mucho tiempo su cargo. Tenemos que recordar que los grandes Maestres eran elegidos de por vida, a semejanza del Papa. A veces morían en combate, como fue el caso de Bernard de Tramelay, Gerard de Ridefort, Armand de Piregord, Guillaume de Sonnac y Guillaume de Beaujeu que murieron con la espada en la mano. Otros como Odon de Saint-Amand murieron en prisión donde lo habían encarcelado los musulmanes por que se negó a que la Orden pagara el rescate. Algunos renunciaron a la vida de la Orden como Pierre de Montaigu que dimitió o como Evrard de Barres que se convirtió en monje. No podemos olvidar el caso de Arnaud de Torroge que fue hecho prisionero y liberado bajo la promesa de no volver a alzarse en armas contra los musulmanes. Por esta razón dimitió y se convirtió en un gran preceptor de la Orden, una clase de altos dignatarios Templarios en la que según de dice habría que buscar la "Milicia Secreta" de la Orden y ya por ultimo hemos querido dejar para el final el caso del Gran Maestre Jacques de Molay en cuya persona se cometió uno de los mayores asesinatos jurídicos de la Historia, ya que fue condenado y quemado en la hoguera por la Inquisición, siendo como se sabía y se sabe totalmente inocente. (Prueba de ello es el documento encontrado por la doctora Bárbara Frale en el Archivo Secreto de Vaticano, donde el Papa Clemente V "exculpa" y absuelve a la Orden de todas las acusaciones que se le imputan, a parte de reconocer la inocencia de los altos dirigentes de la misma. Este documento se firmó el verano de 1.308, un año después de la detención de los Caballeros en Francia y cuando J. B. de Molay se encontraba preso en Aviñon).
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