San Juan El Bautista
Juan el Evangelista es la denominación convencional del autor del Evangelio de Juan. La tradición le considera también autor de los demás escritos denominados "joánicos", todos ellos neotestamentarios: el Apocalipsis (cuyo autor es "Juan" -Juan de Patmos-) y tres epístolas cuyo emisor es "Juan" (1 Juan, 2 Juan y 3 Juan); aunque la exégesis moderna ha puesto en duda la atribución a la misma persona de la autoría de todo este grupo de textos, y poco puede determinarse de su personalidad, más allá de su localización temporal y cultural en el cristianismo primitivo.Juan el Evangelista, como santo cristiano, no es diferente de la figura del apóstol Juan y de la del discípulo a quien Jesús amaba.Tal personaje, del que solo se tiene constancia a través del Evangelio de Juan, es también el que estaba reclinado muy cerca de Jesús y se reclinó sobre Jesús (en la iconografía se le representa a veces recostado sobre su pecho) durante la Última cena; y al que Cristo encomienda a su madre durante la crucifixión .
Más problemática es su identificación con Juan el Presbítero o Juan el Anciano, que aparece mencionado en los fragmentos de Papías.
San Bernardo de Claraval
Con él, la orden del Císter se expandió por toda Europa y ocupó el primer plano de la influencia religiosa. Participó en los principales conflictos doctrinales de su época y se implicó en los asuntos importantes de la Iglesia. En el cisma de Anacleto II se movilizó para defender al que fue declarado verdadero papa, se opuso al racionalista Abelardo y fue el apasionado predicador de la segunda Cruzada.
Es una personalidad esencial en la historia de la Iglesia católica y la más notable de su siglo. Ejerció una gran influencia en la vida política y religiosa de Europa.
Sus contribuciones han perfilado la religiosidad cristiana, el canto gregoriano, la vida monástica y la expansión de la arquitectura gótica.
La Iglesia católica lo canonizó en 1174 como san Bernardo de Claraval, y lo declaró Doctor de la Iglesia en 1830.
San Hilario
Como archidiácono actuó como legado de León I Magno en el Concilio de Éfeso celebrado en 449 y conocido como el "latrocinio de Éfeso" oponiéndose a la condena de Flaviano de Constantinopla lo que le supuso enfrentarse al monofisita patriarca alejandrino Dióscoro y verse obligado a alejarse tanto de Constantinopla como de Roma para salvar su vida.
Durante su pontificado dedicó una especial atención al ordenamiento eclesiástico de España y de la Galia que tras las invasiones bárbaras se encontraban sumidas en el caos.
Hilario mandó construir dos oratorios en el baptisterio de Letrán, uno en honor de San Juan Bautista y otro dedicado al Apóstol San Juan, a cuya intercesión atribuía su salvación tras su intervención en el concilio de Éfeso. También mandó erigir una capilla de la Santa Cruz en el baptisterio, un convento, dos baños públicos y bibliotecas junto a la iglesia de San Lorenzo Extramuros, donde fue enterrado al fallecer el 29 de febrero (fecha no segura) de 468.
San Blas
Su culto se extendió por todo Oriente, y más tarde por Occidente. En la Edad Media, se llegaron a contabilizar solamente en Roma 35 iglesias bajo su advocación. Su festividad se celebra 3 de febrero en las Iglesias de Occidente y el 11 de febrero en las de Oriente.
Se le considera patrono de los enfermos de garganta (faringe) y de los otorrinolaringólogos. También es patrono de la República del Paraguay, de numerosas localidades españolas y de Dubrovnik (Croacia). En esta ciudad, su festividad es emblemática y casi milenaria (se remonta como mínimo al año 1190) y se incorporó en 2009 a la lista del patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
San Bartolomé
San Miguel Arcangel
Para los cristianos es el protector de la Iglesia y considerado abogado del pueblo elegido de Dios. La Iglesia Católica lo considera como patrono y protector de la Iglesia Universal.
La Iglesia copta lo considera el primero de los siete arcángeles, junto con Gabriel, Rafael y Uriel. Él tocará la trompeta el día del arrebatamiento (1° Tesalonicenses 4, 16), y es el encargado de frustrar a Lucifer o Satanás, enemigo principal de '''Miguel''' por ser el arcángel de los ángeles caídos o del mal (Apocalipsis 12:7). Por eso, en el arte se le representa como un ángel con armadura de general romano, amenazando con una lanza o espada a un demonio o dragón. También suele ser representado pesando las almas en la balanza, pues según la tradición, él tomaría parte en el Juicio final.
San Jorge
Su popularidad en la Edad Media le ha llevado a ser uno de los santos más venerados en las diferentes creencias cristianas e incluso —en un fenómeno de sincretismo— en las religiones afroamericanas y musulmana de Medio Oriente especialmente Palestina donde le llaman Mar Giries (árabe cristiano) o Al-Khader (árabe tanto cristiano como musulmán).
Santa María Magdalena
SAN ILLAN
Al morir, se cree, deseo ser enterrada en el templo de la Piedad de Torrelaguna, de la que fue camarera, pero a finales del siglo XVII, se exhumaron sus restos de manera secreta para los vecinos de Torrelaguna y nunca volvieron al lugar.
SANTA MARIA DE LA CABEZA ESPOSA DE SAN ISIDRO LABRADOR
Nació en Caraquiz en una fecha indeterminada entre finales del siglo XI y comienzos del siglo XII. En Torrelaguna conoció a Isidro Labrador, que estaba huyendo de la conquista almorávide. La leyenda cuenta que, cada noche, María soñaba con la Virgen, quien conseguía cruzar el río Jarama extendiendo su purísimo manto sobre las aguas.
María e Isidro tan sólo tuvieron un hijo, al que las tradiciones populares le atribuyen el nombre de San Illán. Uno de los milagros más conocidos del santo es aquel según el cual el niño cayó a un pozo muy profundo. Santa María rogó a su marido que lo salvase y al instante el agua del pozo subió milagrosamente hasta el brocal, llevando al niño sobre sus aguas intacto. El pozo se encuentra en la que fue casa de Iván de Vargas, amo de Isidro, actual Museo de San Isidro, llamado desde 2007 hasta finales de 2012 Museo de los Orígenes, un edificio reconstruido modernamente.
SAN ISIDRO LABRADOR
Entre los estudiosos de su vida se encuentran: Alonso de Villegas, Jaume Bleda, Jerónimo de la Quintana, López de Hoyos, Juan de Ferreras y el mismo poeta madrileño Lope de Vega en un poema hagiográfico titulado Isidro (Madrid, 1599).La narración de los milagros puede diferir unos de otros, y se encuentra influenciada por la tradición oral popular. San Isidro es el primer laico casado llevado a los altares tras un proceso de canonización instruido por la Congregación de Ritos. Los promotores de esta canonización fueron varios personajes del siglo XVI, incluida la familia Vargas y la casa real de los Austrias. El 14 de marzo del año 1622 fue finalmente canonizado por el papa Gregorio XV, y en 1960 el papa Juan XXIII le declara mediante bula como santo patrón de los agricultores españoles. Su cuerpo es empleado en procesiones del siglo XV para hacer rogativas por la lluvia en Madrid, su popularidad se extiende posteriormente. Isidro labrador fue un santo zahorí, pocero, taumatúrgico y hacedor de lluvias. Hombre sencillo y bienhechor de los pobres empezó a ser venerado por el pueblo de Madrid unos cuarenta años después de su fallecimiento.
La canonización llevó a una labor de asiento documental de parte de las dudas existentes sobre la vida de San Isidro, e institucionalizó una gran porción de la tradicción oral de siglos anteriores. Fray Domingo de Mendoza, comisario nombrado por Felipe II para la canonización, se sospecha tuvo inventiva a la hora de reconstruir la biografía del Santo que ha llegado hasta nuestros días.Se meciona en el códice que Isidro Labrador estaba casado y tenía un hijo. La tradición popular, y algunos autores, fija el lugar donde conoció a su esposa en la localidad de Torrelaguna. Los patronazgos que representa en diversas ciudades del mundo, así como las festividades que se celebran su el día 15 de mayo, por ser el día en el que parece ser que su cuerpo incorrupto se trasladó a la Iglesia de San Andrés. Los restos del santo residen en el altar mayor de la Colegiata de San Isidro en un arca mortuoria.
ODON DE SAINT AMAND
Pertenecía a una familia noble del Limousin. Marchó muy joven a Palestina, pues cuando asume la jefatura de los templarios, tiene en su haber una importante carrera militar, ya que había ocupado el cargo de mariscal del reino y vizconde de Jerusalén. Es desconocida la fecha de su ingreso en el Temple y sucedió al efímero Philippe de Milly a la cabeza de la Orden hacia 1171. Aunque gozó de una reputación como hombre sagaz y de gran coraje, el cronista Guillermo de Tiro lo describe así: : «Hombre ruin, soberbio, arrogante, que respira sólo furor, sin temor de Dios y sin consideración hacia los demás... murió en la miseria, sin pena de nadie.»
Nada más ser elegido se opuso al rey Amalarico I de Jerusalén al rechazar presentar ante la justicia real al templario Gantier du Mesnil, culpable de haber asesinado a un emisario del Viejo de la Montaña. Su enfrentamiento duró hasta la muerte del rey, al que sucedió el joven y enfermo Balduino IV. En 1177, Saladino lanzó un raid sobre Ascalón con casi 20.000 hombres. Al punto Balduino IV se dirigió a su encuentro con apenas 3.000 infantes y 375 caballeros, de los que 80 eran templarios conducidos por su jefe. Son los templarios los que se sitúan en vanguardia y cargan atropellando a las primeras líneas del sultán ayubida.
«El ángel exterminador parecía seguirles en la pelea.»
La batalla de Montgisard (18 de noviembre de 1177) fue una gran victoria de los cristianos conseguida en parte gracias al ímpetu y la furia de la carga de los templarios. Sin embargo, al año siguiente, mientras el ejército construía un fuerte sobre el río Jordán, fue sorprendido por Saladino (batalla del Vado de Jacob). Mientras los caballeros se desbandan, sólo resisten los templarios, al igual que los hospitalarios, y todos sucumben a excepción de Eudes de Saint-Amand. El sultán desea intercambiarlo por uno de sus sobrinos prisionero de la Orden; pero el Gran Maestre, que rechaza la oferta, le responde :«Yo no puedo autorizar con mi ejemplo la cobardía de mis caballeros que se dejarían prender con la esperanza de ser rescatados. Un templario debe vencer o morir, y no puede dar por su rescate otra cosa que no sea sino su puñal y su cinto.»
Llevado al cautiverio, muere en Damasco el 19 de octubre de 1179, lo que es confirmado por el registro de Reims.
Santa Eufemia
San Bevignate
La iglesia fue construida en 1250 . En 1312, después de la supresión de la Orden Templaria, fue adquirida por los Hospitalliers. En 1324 Ricco di Corbolo, un rico comerciante Perugine, adquirió todo el complejo y alojó allí a una comunidad monástica femenina. En 1517 las monjas abandonaron el convento, que regresó a los Caballeros de Malta. En 1860 fue secularizada.
El interior sobrio de la iglesia tiene grandes similitudes con las capillas construidas por los Templarios en Tierra Santa. Consta de una sola nave, con techo abovedado. El ábside cuadrado, contiene motivos arquitectónicos templarios típicos como la cruz cosmológica y las estrellas, es introducido por un gran arco de triunfo. Incluye obras de arte como La Procesión de los flagelantes, La Batalla entre los Templarios y los Musulmanes, La Leyenda de San Bevignate y otros frescos del siglo 13. Canonizado en 1453.
Luis IX
Supo guiar a sus ejércitos para defender a Francia. Venció al Rey Enrique III de Inglaterra en Tailebourg en 1242. Dirigió dos cruzadas con el propósito de arrestar la invasión de los musulmanes y liberar el sepulcro de Cristo. En la primera cayó prisionero en Egipto y durante la segunda murió de disentería cerca de Cartagena (norte de Africa) en 1270. Tenía 55 años, de estos reinó por 44.
Fue canonizado en 1297.
Santa Apolonia
En la Edad Media solía decirse que cuando se tuviera un dolor de muelas se rezaba a Santa Apolonia y el dolor desaparecía.
Catalina de Alejandría
San Julian
SAN GIL
Pronto marchó a las montañas, y se refugió en una cueva junto a un manantial.
Fue aquí donde se produce el conocido milagro de la cervatilla, que pasamos a exponer:
“Vivía el santo tan favorecido de Dios, que su providencia le destinó una cierva y, por espacio de tres años, todos los días y a ciertas horas, iba obediente a la cueva a suministrarle leche.
Un día, pues, en que los criados del Rey salieron a cazar, encontraron la cierva sus ligerísimos lebreles y, poniéndose a seguirla, le iban ya a los alcances. Mas ella, bien que fatigada, esforzó los últimos alientos hasta llegar a guarecerse a los pies del santo, como quien, desconfiada de sí, solicitaba su favor en tan evidente peligro. Hizo Gil oración, suplicando a Dios que pues aquella inocente cervatilla había sido instrumento de sus prodigios, si bien él por sus pecados merecía el castigo de su justa indignación, se dignase de alargar la vida a la que mejor que él la había empleado en servicio suyo.
Oyó el Señor tan humildes y tiernos ruegos, y si bien los lebreles tenían a su vista la anhelada presa, no se atrevieron a dar un paso más; antes bien, dando grandes y temerosos ladridos, volvieron espantados hacia donde estaban sus amos.
Mas Dios, que iba ordenando que Gil saliese de aquella cueva, dispuso que el Rey, que de aquello tuvo noticia, fuese el día siguiente al mismo paraje con muchos más cazadores y muy valientes lebreles, y como amedrentados éstos tampoco osasen acercarse a aquella gran espesura donde estaba oculta la cueva, uno de aquellos cazadores flechó su arco, disparó la saeta desatinadamente y por casualidad hirió al santo.
Allí vieron puesto de rodillas y casi inmóvil a un monje venerable, que por sus muchos años, penitente rostro y austero hábito, infundía en sus ánimos un profundo respeto. Corría sangre copiosa de la reciente herida, y la cierva, nada amedrentada con la novedad de los huéspedes, gozaba segura de un inviolable asilo a los pies del santo.
Entonces Gil habló en esta sustancia: "Esta saeta que en mí veis clavada, si bien ha salido de alguno de vuestros arcos, ha tenido soberano impulso que con suave y poderosa mano ha querido sujetarme a sí. La culpa, señores, es toda mía, o de las mías nace. Dios pues os encamine, y dejadme llorar, no por el dolor de la herida, sino por el poco sentimiento de mis pasados delitos."
Proferidas estas palabras con un semblante severo y ánimo arrepentido, recibió muchas disculpas y satisfacciones, que confusos y compadecidos todos le dieron; y singularmente el Rey que, luego al punto, mandó que le curasen.
Deseó informarse el Rey más llenamente de aquel monje; y declarándole ante su Real persona, le preguntó quién era. A tal precepto quedó Gil pálido: por una parte la obediencia le violentaba y por otra, la humildad le retraía. Pero finalmente se descubrió Egidio.
Quedó atónito el Rey contemplando con atención reverente aquel alto espíritu que, desestimando el heredado esplendor de sus mayores, le encubría en un ropón grosero, huyendo de la celebridad de su fama. Ofreció a Gil exquisitos dones, riquezas sumas y dignidades espléndidas, pero muy en vano, porque únicamente consiguió el Rey que diese otro piadoso destino al empleo de la limosna que le ofrecía: levantar un pequeño monasterio para rogar a Dios por su bien y por la felicidad de todo su reino.
Así se ejecutó, consagrándose aquel dichoso sitio de la cueva, que por haberla habitado Gil pudiera ya ser respetada como templo, y a instancia del Rey, y contra la propia voluntad, admitió el santo el gobierno de aquel monasterio”.
Santa Águeda de Catania
Según el hagiógrafo Santiago de la Vorágine en su obra La leyenda dorada, en tiempos de persecuciones contra los cristianos, decretadas por el emperador Decio, el procónsul de Sicilia, Quintianus, rechazado en sus avances por la joven Águeda, que ya había ofrecido su virginidad a Jesucristo, en venganza por no conseguir sus placeres la envía a un lupanar, regenteado por una mujer llamada Afrodisia, donde milagrosamente Águeda conserva su virginidad. Aún más enfurecido, ordenó que torturaran a la joven y que le cortaran los senos. La respuesta de la que posteriormente sería santa fue: "Cruel tirano ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?".
Aunque en una visión vio a San Pedro y este curó sus heridas, siguió siendo torturada y fue arrojada sobre carbones al rojo vivo y revolcada en la ciudad de Catania, Sicilia (Italia). Además se dice que lanzó un gran grito de alegría al expirar, dando gracias a Dios.
Según cuentan el volcán Etna hizo erupción un año después de la muerte de la Santa en el 252 y los pobladores de Catania pidieron su intervención logrando detener la lava a las puertas de la ciudad. Desde entonces es patrona de Catania y de toda Sicilia y de los alrededores del volcán e invocada para prevenir los daños del fuego, rayos y volcanes. También se recurre a ella con los males de los pechos, partos difíciles y problemas con la lactancia. En general se la considera protectora de las mujeres.
Es la patrona de las enfermeras y fue meritoria de la palma del martirio con la que se suele representa.
San Durán
La piadosa vida de este templario fue elevada al rango de santidad por el padre Doménech, como refleja en su escrito sobre los santos catalanes (siglo XVII). San Durán fue venerado en los altares por los innumerables milagros que realizó, tanto en vida como después de muerto. Sus restos descansaban en el interior de la iglesia de San Bartolomé, de la ciudad de Puigcerdà, hasta el año 1936, fecha en que la iglesia fue destruida durante la guerra civil; de ella no quedan ni los cimientos. También la iglesia parrquial de Santa María de esta población, fue víctima de la barbarie, y tuvo que ser reconstruida, hasta el punto de que hoy el templo anda por un lado y el campanario por otro. Y de san Durán, condenado por la Iglesia, nada más se supo; también fue borrado del mapa de esta ciudad cualquier pequeño recuerdo de los caballeros templarios, circunstancia que obliga a una profunda reflexión. No fue una casualidad, por lo tanto, que los restos de san Durán recibiesen sepultura en la iglesia de San Bartolomé de Puigcerdà, de la cual, como hemos dicho antes, ningún resto se ha conservado, sin embargo, la memoria de aquel santo caballero templario sigue viva en el pensamiento de las gentes de toda La Cerdanya.
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