jueves, 12 de octubre de 2017

Baphomet y la condena de los templarios

Baphomet (también Bafomet, Bafumet, Bafometo, Baffometo) era una deidad adorada en la antigua Babilonia, su nombre apareció por primera vez cuando los templarios fueron enjuiciados por herejes. Durante el proceso muchos de los caballeros de la orden fueron sometidos a tortura, y confesaron numerosos actos heréticos. Entre ellos se incluyó la adoración a un ídolo de este nombre. Se entiende que aquellos que buscan destacar esta imagen son contrarios al cristianismo.
Se cree que este presunto numen era una cabeza barbada y con pequeños cuernos. Esto explicaría por qué razón los templarios fueron acusados de herejes tras haber tomado contacto, en Tierra Santa, con los sarracenos y sus creencias.
Se ha apuntado a que el nombre pudiera ser una variante local del nombre Mahoma. Los templarios acusados de herejes vivían en Occitania, cuya lengua local era el occitano. En las lenguas vecinas se usaron los términos Mahomet (francés) y Mafumet (catalán). Esta hipótesis se apoya en que en el acta contra los templarios no se dan mayores explicaciones, apuntando a que era un término de uso habitual.
Otras fuentes más aventuradas sostienen que la testa barbuda en cuestión correspondería a Jesucristo. Esto último estaría contradiciendo la creencia en la Resurrección. Destacan que esta cabeza (no ya una mera representación, sino una cabeza humana embalsamada) no era otra que la de Juan el Bautista.
La caída de los Templarios
Todos conocen la icónica orden del Temple, cuyos miembros, conocidos como caballeros templarios, se organizaron por la defensa de la cristiandad en Oriente y, bajo la bandera cruzada, lucharon por la defensa de la tierra santa y protegieron las vidas de los peregrinos cristianos que visitaban Jerusalén. Fundados en los albores del siglo XII (1118 d. C. o 1119 d. C.), no son tan conocidos por su orígenes o sus acciones, sino por el macabro final que les tenía deparado el destino.
Sus opositores afirman que la orden se corrompió lentamente y se dejó seducir por las tradiciones musulmanas (“sarracenas”, según la denominación de la época), por su misticismo y sus hábitos aberrantes. Sus seguidores, por el contrario, aseguran que la envidia de los gobiernos y el temor de Felipe IV, de Francia los llevó a acusar falsamente a la orden de haber incumplido el mandato de Dios y a desencadenar su destrucción.

Una de las principales acusaciones de los enemigos de la orden tenía que ver con Baphomet, un misterioso personaje al que, se decía, los templarios habían hecho su ídolo, y que había llegado al mundo para llenarlo de oscuridad. Baphomet era una insignia, una demostración de la maldad y la sevicia a la que había llegado aquella orden: tras aquello no quedaba sino su destrucción










































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