Carta de San Bernardo de Claraval a Hugo, Conde de Champanha, que se hizo soldado del Temple
Si por la causa de Dios, pasó de Conde a soldado y
de rico a pobre, lo felicito como es correcto, en ti
glorifico a Dios, porque sé que este cambio salió de
la mano derecha del Altísimo.
Por lo demás, te confieso que yo no acepto incluso
con resignación que Dios me ha privado de su
presencia alegre por su misterioso diseño, por lo
que te puedo ver cuando menos de vez en cuando;
porque si hubiera sido posible, no habría querido
que yo que te fueras lejos de mi.
¿Podré acaso olvidar nuestra primera amistad y
los beneficios que tan generosamente acumulaste
sobre nuestro monasterio? ¡Ojalá Que Dios, por
cuyo amor lo hiciste, no te olvide nunca!
De mi parte, nunca seré ingrato para contigo,
guardare en mi espíritu los recuerdos de tu
esplendida caridad, y si tuviera oportunidad, lo
demostrare con las obras. ¡Con que placer
intentaría hacerlas, tanto en lo material como en
lo espiritual, si pudiésemos vivir próximos! Mas,
como no es así, solo me resta orar siempre por al
amigo ausente, ya que carezco de tu presencia.
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