domingo, 3 de agosto de 2014

EL JUICIO A LOS TEMPLARIOS por el Doctor Andreas Beck

EL JUICIO A LOS TEMPLARIOS 

Por el Doctor Andreas Beck.

El Doctor Andreas Beck es catedrático, doctor en medicina y teología. Ha realizado estudios en Friburgo, Roma, Madrid y Londres. La historia de los Templarios es, desde hace veinte años, su campo de investigación histórica.

Este texto fue editado por primera vez en el año 1992 en Alemania y es parte de un libro del Doctor Andreas Beck que luego fue reeditado en España en el año 1996 bajo el nombre de “El Fin de los Templarios”.

Los inicios del siglo XIV fueron testigos de una de las mayores tragedias de la historia de la Iglesia: el fin de los  Templarios, una de las Órdenes militares más ricas y más influyentes de la cristiandad. Numerosas leyendas se han tejido alrededor de este final. ¿Por qué fueron exterminados los Templarios? Basándose en un proceso detallado de las fuentes y de las aportaciones más recientes, Andreas Beck reconstruye, paso a paso, el desarrollo de los  acontecimientos. Traza la actuación de los implicados, sus motivos e intenciones, la corrupción y el cálculo político.

No las suposiciones sino la investigación metódica de las intrigas en el seno de la Iglesia y del Estado es capaz de  explicar el fin de los Templarios. Es exigible una revisión de la condena, una revisión pendiente desde hace tiempo...


ALEGATO POR UNA REVISIÓN DEL PROCESO

La disolución de la Orden del Temple por el papa Clemente V se producía sin duda, conforme a los principios  jurídicos vigentes. Pero los fundamentos de este acto jurídico eran todo menos concluyentes. No solo el proceso  previo sino la causa en su conjunto infringían tantas normas del derecho eclesiástico, a los Templarios se les trato de forma tan inhumana, se les sacaron las confesiones con unos métodos tan violentos, que es deber de la Iglesia  restablecer la justicia pisoteada de aquel modo a través de una revisión del proceso, a través de la rehabilitación  de la Orden.

1. Ilegal había sido la investigación de la Orden efectuada por oficiales reales y por la inquisición Francesa. El mismo  Papa tomó el procedimiento en sus manos. Con ello se extinguía la jurisdicción de órganos subordinados. El gran  inquisidor no tenia derecho ninguno a inmiscuirse en una actuación papal.

2. Ilegal fue la detención de los Templarios. El gran inquisidor de Francia no tenia atribuciones para acusar a provincias enteras de la Orden ni para apresar a sus integrantes. Aun cuando la Inquisición Francesa hubiese podido  llevar ante un tribunal a individuos acusados de herejía, incluso a miembros de una Orden exenta, lo mismo no era  aplicable en ningún caso a una Orden en su conjunto. El Gran Maestre y el gobierno de los Templarios no eran  súbditos del Rey Francés sino señores de un instituto soberano. Por este motivo ni el Rey ni la Inquisición podían, en ningún caso, arrestarlos. La actuación del Rey constituye una violación del derecho del mayor calibre.

3. Ilegal fue el primer interrogatorio efectuado a los Caballeros por los agentes del Rey. La detención se realizó en  nombre de la Inquisición; por consiguiente era ella la responsable de las investigaciones. La aplicación de la tortura impedía que los interrogatorios de los prisioneros fuesen imparciales y la investigación ecuánime. Las declaraciones de los Templarios ante los jueces se realizaban bajo la influencia de la tortura.

4. Ilegal fue la intromisión de la policía en el procedimiento eclesiástico. Gracias a numerosas declaraciones efectuadas ante los jueces de la Iglesia, sabemos como los oficiales reales intentaban sin ningún escrúpulo inducir a  los Templarios a declarar o confesar en falso aun en tiempos del tribunal pontificio.

5. Ilegal fue la actuación del Papa, ya que tardó demasiado en llamar al orden y destituir al Gran Inquisidor, el cual se había excedido de una manera clamorosa en sus atribuciones. El Papa dejó hacer a Guillermo Imbert durante meses.

6. Ilegal fue que el Papa tolerase la actuación de Nogaret. Excomulgado por tres Papas, había dejado de ser miembro de la Iglesia. ¿Por que se lo consintió, pues, que en nombre de esa misma Iglesia detuviera al Gran  Maestre, de una Orden alegando, para colmo, herejía? Clemente no lanzó contra este soplón de la Inquisición ni una  sola palabra de protesta.

7. Ilegal fue el comportamiento de Clemente al no interrogar a Molay. El Papa insistía una y otra vez en que el propio Maestre había declarado que la Orden era culpable. ¿Por que renunció a interrogar personalmente a un testigo tan fundamental pese a atribuir, como consta, gran valor a sus declaraciones?

8. Ilegal fue que no se respetase el derecho de los acusados a ser juzgados por jueces imparciales. Clemente  nombró para la comisión a enemigos declarados de la Orden. Unos jueces con antecedentes tales como los de  Aycelin de Narbona o los del Arzobispo de Bourges no tenían el menor interés en averiguar la verdad de manera objetiva.

9. Ilegal fue la condena a muerte de cincuenta y cuatro Templarios dictada por el Arzobispo de Sens. Este asesinato en masa influyó sobre el tribunal pontificio, pues los testigos advirtieron que sus declaraciones no se mantenían en secreto.

10. Ilegal era el mismo tribunal pontificio por que limitó sus investigaciones a Francia cuando debía juzgar a la Orden  en su totalidad. De los quinientos sesenta testigos – todos Franceses ningún representante de España, Portugal, Inglaterra o del Imperio Alemán-, solo fueron interrogados doscientos cuarenta. La conclusión poco convencional de  la causa en Pontoise en presencia del rey muestra bien a las claras quien tenia la ultima palabra en el procedimiento  papal.

11. Ilegal fue la injerencia de los oficiales del Rey en la investigación Papal. ¿Que se le a perdido a Nogaret y a  Plaisians en el palacio episcopal?

12. Ilegal fue el estrangulamiento de cualquier defensa en el concilio de Vienne, así como la detención de los siete Templarios que acudieron a la Catedral en defensa de la Orden. Aun cuando Clemente hubiese resuelto disolver a la  Orden por vía administrativa, tendría que haber otorgado a los templarios algún tipo de defensa, máxime cuando él mismo los había convocado al concilio. La Iglesia tenia derecho a oír a ambas partes, acusados y acusadores.  Audiatur et altera pars!

13. Ilegal fue que se vinculase el asunto de los Templarios con la amenaza de un procedimiento en contra del anterior papa Bonifacio VIII. Clemente consintió que Felipe le colocase ante la disyuntiva de sacrificar la Orden de  Caballería o cubrir de vergüenza la memoria de su antecesor.

14. Ilegal fue el tratamiento de la cuestión de los bienes. La demanda de un millón de libras sobrepasaba con seguridad el valor de las propiedades transferidas. El donativo de cien mil libras que el papa hizo al rey por las  molestias causadas equivalía a un chantaje. Lo mismo corresponde decir de la suma que el Papa tomó de los  hospitalarios.

15. Ilegal fue finalmente la condena del Maestre por el consejo del reino. ¿Cómo podía el tribunal de un estado  enviar a la muerte al Gran Maestre de una Orden exenta? El Rey se arrogó una vez más unos derechos que correspondían a la iglesia y pasó por encima del máximo representante de la Iglesia, del Juez supremo de la Cristiandad, en un exceso de desconsideración y desprecio.

A la vista de estas consideraciones que no son mas que algunas de las que se podrían citar; habría que preguntarse que hubo de legal en este proceso, aparte del derecho formal del Papa a disolver la Orden.

Más allá de los artículos del derecho eclesiástico, que, como se ha expuesto se seguían en la letra pero no en el  espíritu, se hallan los mandamientos divinos. A la decisión a todas luces legal de Vienne tiene que seguirle una  verdadera y regular sentencia judicial. Un veredicto eclesiástico que vio la luz en medio de tanta injusticia no debe prevalecer eternamente. Los veinte mil muertos que la Orden dejó en la lucha por la Cruz demandan por sí solos que  se lave el honor de su instituto. Pero, ante todo, las victimas el injusto proceso tienen naturalmente derecho a la rehabilitación.

Los dirigentes de la Iglesia, el Papa Clemente en primer término juntamente con sus cardenales, obispos e inquisidores franceses cometieron una enorme injusticia en el proceso contra el temple. El mayor asesinato legal de la edad media exige justicia; un crimen perpetrado contra miles de inocentes no puede prescribir. Una revisión del  proceso que, por intensa que fuese la presión del rey, se llevo a cabo en nombre de la Iglesia, es de todo punto posible. El caso de Juana de Arco puede ser esgrimido como ejemplo: Francia exigió la rehabilitación de su heroína nacional quemada en la hoguera como hereje... y la obtuvo. La Iglesia Católica tendría, por consiguiente, buenas  razones para absolver a la orden en su globalidad pese a las posibles faltas de algunos de sus miembros, si es que estas faltas alguna vez existieron.

La Iglesia Francesa, sobre todo, debería tener el mayor interés en reparar esta injusticia, pasada, bien cierto, pero en ningún modo “caducada”. También la curia romana tendría buenas razones para revisar el proceso. En especial el Santo Oficio, sucesor de la Inquisición, tendría el deber de deshacer antiguas injusticias. Las dos Ordenes de Cristo-la Papal y la Portuguesa- deberían asimismo, como legítimas sucesoras de los Templarios, tener el pundonor de liberar a la orden que las precedió de la culpa y de la ignominia.

Para finalizar permítaseme formular el voto siguiente: Pablo VI, al pedir perdón a los Cristianos de confesión evangélica, allanó el camino para expiar y saldar culpas históricas. Pío VII abolió los decretos de Clemente XIV y  restableció la orden de los Jesuitas. Por razones similares Juan Pablo II podría anular el injusto fallo-que es  reconocido como tal- de Clemente V y retirar la prohibición de refundar la Orden del Temple. Fiat justitia fiat pax.


NON NOBIS, DOMINE, NON NOBIS, SED NOMINI TUO DA GLORIAM

No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria 

Nada para nosotros, Señor, nada para nosotros, sino para gloria de tu nombre

No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre sea dada toda la gloria

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