domingo, 3 de agosto de 2014

LA REGLA PRIMITIVA DE LA ORDEN DEL TEMPLE

En los primeros tiempos de la Orden los templarios casi no necesitaban de un instrumento normativo para regular su funcionamiento, puesto que los efectivos eran escasos . Pero el crecimiento de la Orden obligará a definir unas ordenanzas internas que regulen la vida comunitaria.

La primera Regla, llamada primitiva, se redactará en tiempos del primer maestre, Hugo de Payns. Escrita en latín, la conformaban 72 artículos.



Se aprobará en el Concilio de Troyes, en 1129. Haciéndose eco de los consejos recibidos de dicho concilio, posteriormente la revisará Esteban de la Ferté, patriarca de Jerusalén. Y, en el transcurso del maestrazgo de Roberto de Craon, la regla primitiva se traducirá al francés.

Nos habla Alain Demurguer de tres fases en la elaboración de la Regla templaria. En una primera época -sin Regla escrita-, lo fundamental serían los votos de castidad, pobreza y obediencia, una importante dependencia del patriarca jerosolimitano y unos elementos disciplinarios y religiosos, éstos últimos en la línea de los usos de los canónigos regulares del Santo Sepulcro . Se trataría, pues, del reglamento de una pequeña milicia privada .

Una segunda etapa sería la del Concilio de Troyes. En éste se añadirán nuevas estipulaciones: mecanismos de admisión en la Orden, reglamentaciones penales, etc., definiéndose con más claridad el carácter religioso de la Orden. En el concilio de Troyes se aprueba, después de ciertas modificaciones, la Regla de la Orden ; no fue San Bernardo, como se ha comentado, quien la redactó: la Regla había sido redactada en Oriente, quizás discutida con el Papa y revisada en Troyes.


La influencia cisterciense alcanzará otros aspectos; en lo tocante a la Regla, más se podría hablar de un modelo agustiniano, adaptado a las exigencias militares de la nueva Orden. El patriarca de Jerusalén añadirá luego 24 artículos y revisará una docena: destacan, entre ellos, la reserva de la capa blanca para los caballeros y la reglamentación de la presencia de clérigos, temporalmente, en el Temple, etc.

Según Demurguer, el patriarca está muy interesado en incrementar su dominio sobre la Orden6 . Los templarios, por su parte, desean dejar de estar tutelados por el patriarca, lo cual conseguirán cuando el pontífice Inocencio II expida la famosa bula “Omne datum optimum”; por ella, quedarán liberados de toda tutela episcopal, pasando a estar bajo la protección directa del papado. Esta bula, que contempla la existencia de capellanes miembros de la Orden, permitirá que, cuando se redacte la versión francesa de la Regla, el patriarca jerosolimitano ya no pueda intervenir. Se consigue, pues, “una total autonomía religiosa”

En la versión francesa se suprime todo lo referente al noviciado, se permite que el Temple reclute caballeros excomulgados, siempre que el obispo lo autorice y previo arrepentimiento de éstos: buena parte de los futuros templarios procederán de esta clase de caballeros.


A esta Regla se le añadirán, más adelante, diversos artículos o explicaciones, llamados “retraits”, que la complementarán. Los primeros están fechados en el magisterio de Beltrán de Blanquefort, y definen minuciosamente la jerarquía de la Orden;

posteriormente, en 1230, y luego en 1260, se incluirán nuevos artículos, referidos a aspectos de la vida conventual, a la disciplina, a las sanciones o a la admisión en la Orden. Como afirma un autor, “la Regla define los principios: los complementos y otros artículos [...] tratan de aspectos particulares.

Tantos nuevos añadidos llevarán a que la Regla llegue a tener 678 artículos, lo que obligará a redactar versiones reducidas.


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