En los primeros tiempos de la Orden los templarios casi no necesitaban de un
instrumento normativo para regular su funcionamiento, puesto que los efectivos eran
escasos
. Pero el crecimiento de la Orden obligará a definir unas ordenanzas internas que
regulen la vida comunitaria.
La primera Regla, llamada primitiva, se redactará en tiempos del primer maestre,
Hugo de Payns. Escrita en latín, la conformaban 72 artículos.
Se aprobará en el Concilio de
Troyes, en 1129. Haciéndose eco de los consejos recibidos de dicho concilio, posteriormente
la revisará Esteban de la Ferté, patriarca de Jerusalén. Y, en el transcurso del maestrazgo de
Roberto de Craon, la regla primitiva se traducirá al francés.
Nos habla Alain Demurguer de tres fases en la elaboración de la Regla templaria. En
una primera época -sin Regla escrita-, lo fundamental serían los votos de castidad, pobreza y
obediencia, una importante dependencia del patriarca jerosolimitano y unos elementos
disciplinarios y religiosos, éstos últimos en la línea de los usos de los canónigos regulares del
Santo Sepulcro . Se trataría, pues, del reglamento de una pequeña milicia privada .
Una segunda etapa sería la del Concilio de Troyes. En éste se añadirán nuevas
estipulaciones: mecanismos de admisión en la Orden, reglamentaciones penales, etc.,
definiéndose con más claridad el carácter religioso de la Orden. En el concilio de Troyes se
aprueba, después de ciertas modificaciones, la Regla de la Orden ; no fue San Bernardo,
como se ha comentado, quien la redactó: la Regla había sido redactada en Oriente, quizás
discutida con el Papa y revisada en Troyes.
La influencia cisterciense alcanzará otros
aspectos; en lo tocante a la Regla, más se podría hablar de un modelo agustiniano, adaptado a
las exigencias militares de la nueva Orden.
El patriarca de Jerusalén añadirá luego 24 artículos y revisará una docena: destacan,
entre ellos, la reserva de la capa blanca para los caballeros y la reglamentación de la
presencia de clérigos, temporalmente, en el Temple, etc.
Según Demurguer, el patriarca está
muy interesado en incrementar su dominio sobre la Orden6
.
Los templarios, por su parte, desean dejar de estar tutelados por el patriarca, lo cual
conseguirán cuando el pontífice Inocencio II expida la famosa bula “Omne datum optimum”;
por ella, quedarán liberados de toda tutela episcopal, pasando a estar bajo la protección
directa del papado. Esta bula, que contempla la existencia de capellanes miembros de la
Orden, permitirá que, cuando se redacte la versión francesa de la Regla, el patriarca
jerosolimitano ya no pueda intervenir. Se consigue, pues, “una total autonomía religiosa”
En la versión francesa se suprime todo lo referente al noviciado, se permite que el
Temple reclute caballeros excomulgados, siempre que el obispo lo autorice y previo
arrepentimiento de éstos: buena parte de los futuros templarios procederán de esta clase de
caballeros.
A esta Regla se le añadirán, más adelante, diversos artículos o explicaciones, llamados
“retraits”, que la complementarán. Los primeros están fechados en el magisterio de Beltrán
de Blanquefort, y definen minuciosamente la jerarquía de la Orden;
posteriormente, en 1230,
y luego en 1260, se incluirán nuevos artículos, referidos a aspectos de la vida conventual, a la
disciplina, a las sanciones o a la admisión en la Orden. Como afirma un autor, “la Regla
define los principios: los complementos y otros artículos [...] tratan de aspectos particulares.
Tantos nuevos añadidos llevarán a que la Regla llegue a tener 678 artículos, lo que
obligará a redactar versiones reducidas.
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