lunes, 4 de agosto de 2014

Felipe IV de Francia

Felipe IV de Francia y I de Navarra, llamado el Hermoso (Fontainebleau, 1 de julio de 1268 - 29 de noviembre de 1314), rey de Francia y de Navarra, undécimo rey de la dinastía de los Capetos. La muerte de su hermano mayor, Luis, envenenado a los 11 años de edad (1276), lo convirtió en el heredero de su padre, al que sucedió a su muerte (5 de octubre de 1285). Fue un rey piadoso, aficionado a la caza y orgulloso de la grandeza de su linaje (promovió la canonización de su abuelo Luis IX de Francia). Supo rodearse de consejeros y coadjuntores competentes que compartieran sus ideas y gracias a ello fortaleció el poder central del rey de Francia, tanto nacional como internacionalmente. Para sanear las finanzas del reino de Francia, compró el Quercy a los ingleses por un pago de 3.000 libras. Atacó injustamente a quienes tenían dinero, lo que implicó a los religiosos de la Iglesia Católica, los lombardos, los judíos y los templarios. La muerte de Bonifacio VIII permitió a Felipe IV hacer elegir a Papas franceses (Benedicto XI en 1303 y Clemente V en 1305). El rey encontró, además, en el Papa Clemente V a una personalidad más maleable que estaba bajo su poder. Así que, entre otras cosas, le pidió la supresión de la Orden del Temple, en 1307, tras un juicio de siete años al que estuvieron sujetos cerca de quince mil hombres, entre ellos el Gran Maestre, Jacques de Molay, que junto con otros dos templarios, fue llevado a la hoguera en la isla de los Judíos por supuesta herejía.
Clemente V fue instalado por Felipe el Hermoso en Avignon al sur de Francia, con lo que el dominio francés sobre la Iglesia quedó plasmado en el traslado de la sede pontificia de Roma a Avignon en 1309. El 13 de octubre de 1307, los Templarios fueron llevados a prisión, por orden del rey Felipe, después de haberlos torturado para que admitieran su herejía. El Gran Maestre de la orden, Jacques de Molay, pereció en la hoguera en París en el año 1314. En el momento de su ejecución, Jacques de Molay profirió su célebre maldición, aprovechada por el escritor francés Maurice Druon en su novela histórica de siete tomos "Les Rois Maudits" (los Reyes Malditos): «Malditos, seréis todos malditos, hasta la decimotercera generación». En realidad, según Geoffroy de París, cronista de la época, la maldición es: "Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir." Una sucesión de desdichas acontecieron después a la familia real capetina. 


La más célebre fue el caso de la torre de Nesle o de las nueras adúlteras del rey, que estaban casadas con los príncipes que años más tarde ocuparon el trono. Las nueras eran: Margarita de Borgoña, capetina, hija de Roberto II, duque de Borgoña y de Inés de Francia; Juana de Borgoña y Blanca de Borgoña. Las dos últimas eran hijas del conde Otón IV de Borgoña y de la condesa Mahaut de Artois. Las tres estaban casadas, respectivamente, con Luis X de Francia, Felipe V de Francia y Carlos IV de Francia, los tres hijos de Felipe el Hermoso. Felipe el Hermoso murió en un accidente de caza, a consecuencia de un derrame en una zona no motriz del cerebro, el 29 de noviembre de 1314 en Fontainebleau. Sus restos fueron enterrados en la basílica de Saint-Denis. 


A petición propia, su corazón fue llevado al monasterio de Poissy en compañía de la Gran Cruz de los Templarios. Su sepultura, como la de otros príncipes y dignatarios que reposaban en ese lugar, fue profanada por los revolucionarios en 1793.

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