(Salah al-Din Yusuf; Takrit, actual Irak, 1138-Damasco, 1193) Sultán de Egipto (1171-1193) y de Siria (1174-1193). De origen kurdo, inició su carrera militar junto a su padre Ayyub y su tío Sirkuh, que servían a Nur al-Din, uno de los más importantes jefes militares de Siria. Participó en la expedición de Sirkuh a Egipto, y asumió el mando a la muerte de éste, en 1169.
Defensor del islam y particularmente de la ortodoxia religiosa representada por el sunismo, unificó política y religiosamente el Oriente Próximo, combatiendo y liderando la lucha contra los cristianos cruzados y acabando con doctrinas alejadas del culto oficial musulmán representado por el Califato Abasí. Es particularmente conocido por haber vencido en la batalla de Hattin a los cruzados, ocupando de nuevo Jerusalén para los musulmanes y tomando Tierra Santa. El impacto de este acontecimiento en Occidente provocó la Tercera Cruzada liderada por el famoso Ricardo I de Inglaterra que se convirtió en mítica tanto para occidentales como para musulmanes.
Su fama trascendió lo temporal y se convirtió en un símbolo de caballerosidad medieval, incluso para sus enemigos. Sigue siendo una figura muy admirada en la cultura árabe, kurda y musulmana.
Saladino
La ocupación del país del Nilo puso fin al período fatimí y sirvió para realzar el prestigio de Saladino dentro de un islam aún traumatizado por la caída de Jerusalén en poder de los cruzados en 1099. A la muerte de Nur al-Din, hasta aquel momento considerado como el gran campeón del islam, Saladino supo maniobrar con destreza para apartar a sus sucesores y afianzarse en el poder en Siria.

A partir de esta victoria, las posesiones cruzadas en Tierra Santa, con inclusión de Jerusalén, fueron cayendo una tras otra. La reacción de los cristianos no se hizo esperar y se inició la Tercera Cruzada: un poderoso ejército mandado por los reyes de Francia e Inglaterra, Felipe Augusto y Ricardo Corazón de León, desembarcó en Acre y sitió la ciudad. Los intentos de Saladino para socorrer Acre fueron infructuosos, y ésta fue tomada por los cristianos en 1191.
Saladino dedicó entonces sus energías a detener el avance de Ricardo Corazón de León en dirección a Jerusalén. La enconada resistencia de los musulmanes logró por último contener los progresos de los cruzados y se firmó una paz que dejaba el interior de Palestina, incluida Jerusalén, en manos de los musulmanes, si bien se aseguraba el derecho de paso de los peregrinos a esta ciudad.
Concluida la guerra, la figura de Saladino fue reverenciada, ya que se le consideró el salvador del islam. Los mismos cruzados no dudaron en resaltar su valentía y su honor.


Le sucedió su hijo Al-Afdal en el trono de Siria, dando comienzo así a la dinastía ayubí.
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