miércoles, 23 de julio de 2014

LA SEMILLA DE LA VIDA


Dos grandes secretos por lo que los Templarios y los Caballeros de la Orden del Santo Sepulcro moría protegiendo en la antigüedad e inclusive en nuestros días.


Para exploradores e iniciados

SÍMBOLO DE LA ESTIRPE SAGRADA

Hace unos años en Jerusalén se encontró una tumba y en ella un sarcófago de piedra que para muchos es la tumba de Jesús de Nazaret.

En ella se puede ver este símbolo en forma de flor de seis pétalos que es conocido por la geometría sagrada como la semilla de la vida.

Poco después en la antigua región de Magdala en Israel los arqueólogos encontraron el templo donde la secta Judía de Histar, contemporánea de Jesús realizaba sus rituales.

Al contrario del resto de los judíos esta secta estaba formada por una casta de sacerdotisas. Una vez más vuelve a aparecer esta marca en la roca.

De la unión de María de Magdala ,sacerdotisa de este culto, y Jesús nacería una hija que daría origen a una estirpe sagrada de sangre real el Sang -Grial.

Los orígenes de esta fe se remontan al antiguo Egipto en al templo de Isis y viajó con el pueblo de Israel tras el éxodo.

Esta diosa negra dio origen a los cultos Gnósticos.

Los templarios trajeron a Europa ese conocimiento y dejaron multitud de vírgenes negras por toda Europa.

En el templo de Isis entre los jeroglíficos los caballeros medievales tallaron en una de las columnas junto a la cruz de ocho beatitudes, símbolo de la Orden, esta flor mística de seis pétalos. Señalaron así su juramento de proteger a esta estirpe y a los libros sagrados que probarían su linaje.

Solo algunos de estos caballeros conocían el secreto. Quienes morían protegiendo lo tenían derecho a en su tumba gravar en la lápida esta marca. Este es el caso de las estelas funerarias que se encuentran en Ares del Maestre.

Pero viajemos en el tiempo y el espacio.

En el fondo de un valle secreto durante finales del siglo XVI y principios del XVII vivió en una gran mansión una Condesa.
Bajo la protección del Gran Maestre Ramón de Perellos esta Condesa dio a luz a una niña. Como venia ocurriendo con esta estirpe pronto dejaron de estar seguros allí. Es por eso que la Orden de San Juan de Jerusalén decidió que tenían que mudarse de hogar. Pero para dejar una señal de la presencia de esta mujer en aquel paraje se construyo una Iglesia en su honor.

En el pueblo cercano aún se conoce a una de las casas de allí como La paridera de la Reina. Una reina que pasó el embarazo y dio a luz a la que tenía que recibir la corona como heredera de una familia sagrada.

Esto dejaron reflejado en este fresco con una reina embarazada y una coronita a sus pies esperando a la nueva princesa.

En el dintel de este templo se grabó en piedra el símbolo que acompañaba a esta familia desde hacia milenios, un flor mística, la semilla de la vida.

En el dintel de la mansion donde vivió esta condesa aparece el escudo de la familia. En este escudo las peras de Perellos hacen referencia a el pueblecito frances donde este linaje vivió anteriormente y donde se enterraron sus cuerpos.
Como dijo Berenger Souñer todo lo que buscais en Rens le Chateau lo encontrareis en Perellos.


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